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Una vida que vale la pena vivir - entrevista a Bryan Torres S.J.

Updated: Sep 6, 2023



Entrevista con Bryan Torres, 28 años, de San Juan de Puerto Rico, Escolar estudiando filosofía, último semestre. La entrevista ha sido ligeramente editada para acoplarse más al formato escrito.



Cuéntanos un poquito por tu recorrido, ¿qué hacías antes de entrar a la Compañía de Jesús?


Antes de entrar a la Compañía de Jesús, estudié una carrera en historia. Fui maestro voluntario en una escuela bilingüe en Honduras y ya luego de ahí, entré al noviciado.



¿Qué fue lo que te llamó la atención de la Compañía de Jesús y que te hizo entrar a la Compañía?


Yo había escuchado a muchísimas personas hablar de, o leído historias de los grandes jesuitas, comenzando con los fundadores y luego a lo largo de la historia. Personalidades como Arrupe o Alberto Hurtado, Miguel Pro, fueron personas que me cautivaron de alguna forma, pero no fue hasta que yo conocí personalmente a jesuitas que yo dije: ah, espérate, aquí, aquí hay algo. Fue como reconocer la autenticidad, la naturalidad, la alegría y la pasión que tenían estos jesuitas que conocí, que me llamó la atención.


Esa vida me llama la atención y creo que es una vida que vale la pena vivir. Entonces fue el contacto directo con jesuitas mayores, jesuitas de mi edad, etc., y escuchando de las distintas cosas que hacía, que yo dije esto, quizá por aquí el Señor me está llamando.



¿Puedes hacer un pequeño recorrido por los lugares donde has estado en la formación y los apostolados en los que has estado?


Sí, en el noviciado, por ejemplo, estuve en colegios. Es muy común en mi provincia enviar jesuitas novicios a colegios. Estuve en colegios en Miami, Nueva Orleans. Estuve trabajando en un centro para personas sin techo, en Nueva Orleans, también en Kansas City, en una organización que ayudaba a reintegrar a personas recién salidas de cárcel: había que buscarle vivienda, trabajo, etcétera. También he podido trabajar en el ir a lugares de misión indígena, en Guatemala, en Belice, aquí mismo, en México, en Chiapas.


¿Qué es eso que ayuda a aglutinar y a darle sentido a tus experiencias? Moviéndote desde estos diferentes ambientes, ¿qué es lo que te emociona del trabajo apostólico?


Quizá no responda necesariamente a esa pregunta. Pero precisamente algo que me llamó la atención de la compañía, era toda esa diversidad de apostolados que tiene. Estar en un colegio y luego ir a una misión indígena y moverme en esos dos mundos y saberme llamado a estar en esos dos lugares, esos dos espacios aparentemente tan distintos.


Lo que une a todo eso, es el Evangelio, el mensaje de que Jesús quiere compartir la vida en esos dos espacios. A mí lo que me llama es eso, yo creo que el llamado más bien es ese, yo tener esta relación con Jesús y querer compartir esa vida que me da con otros, sea donde sea. Entonces esa diversidad de lugares en los que estamos, pues a mi me llamó la atención.



¿Antes de entrar a la compañía de Jesús tenías miedos al pensar en la vida religiosa, al pensar en toda la movilidad, en la diversidad de postulados?


Bueno, en primer lugar, yo creo que el no sentirme completamente acogido, como el sentirme fuera de lugar o que no, o que tuviera yo que quizás esconder parte de mí para encajar, cosa que al final pues no, no pasa así, ¿verdad? Fui muy bien recibido, pero era uno de los miedos que tenía.


Claro que la cuestión de los estudios largos, la formación tan larga, yo decía “ay Dios mío”. Con el pasar del tiempo, aunque hay ocasiones en que uno no lo ve tan claro, el valor que tiene cada etapa y lo que le va aportando a tu vida y a tu vocación. Pero bueno, eso para mí fue un poquito abrumador al principio.


Pero sobre todo la primera, el no sentirme que pertenecía o que recibido, como yo. Porque al menos esa había sido mi experiencia con Dios, una experiencia de total acogimiento, y sin tener yo que guardar quién soy.



¿Qué le dirías a tu yo que tenía ese miedo de no ser acogido?


Bueno, esa es la voz del mal espíritu, ¿verdad? Yo creo que le diría: Brian, no tengas miedo. No tengas miedo de compartirte como eres. Porque justamente esa experiencia que has tenido en oración con Dios de un Dios que te mira, que te ama así como eres, pues ese es el mismo Dios que te está recibiendo en la compañía que estás recibiendo, en tus compañeros de comunidad, en la gente, en los de los apostolados. Entonces que esas preocupaciones no te pongan ansioso, que no te distraigan de ese llamado que tienes. Confía en que Jesús te ama, que Dios te ama y que en la Compañía, como compañía de Él, de Jesús, pues también así te va a recibir.



Tú que eres de Puerto Rico, hiciste el noviciado en los Estados Unidos y ahora la filosofía en México viviendo con jesuitas de diferentes partes de América Latina y América del Norte, ¿qué es para ti la universalidad de la Compañía?


Sí, eso es algo que desde el noviciado nos están hablando, de la universalidad de la Compañía. Somos una compañía en todo el mundo. Y bueno, eso a uno se le queda como discurso, pero a la hora de yo venir acá, yo siendo de esta provincia central y medio meridional de Estados Unidos, claro que al llegar acá y encontrarse con este choque de culturas y de culturas jesuíticas, también al principio puede ser un poquito alarmante y a veces uno como que no sabe cómo navegar esas diferencias.


Pero creo que ahora, cuatro años después y creo que desde el principio, lo empecé a ver así, como una riqueza, como un regalo. Todos siendo hermanos jesuitas llamados desde distintos países. Yo creo que lo bonito, lo que me ha ayudado a apreciar esta diversidad y verla como riqueza, es el reconocer el propio llamado que yo recibí de Jesús. Recordarlo. Y pensar también, pues que ellos, así como yo fui llamado, ellos también han sido llamados a la gente de sus circunstancias. Distintos países, culturas, etcétera y eso pues no sé, como que ayuda a forjar lazos y vínculos más fuertes que van más allá de estas diferencias, que al principio pueden ser un poquito chocantes, ¿verdad? Pero yo creo que lo veo como riqueza. Y estoy super agradecido de poder estar en un espacio con jesuitas de distintos países.



Cuéntanos, ¿dónde estás haciendo tu apostolado ahora en la primera etapa?


Mi apostolado ahora en primera etapa es en el Instituto de Ciencias. Soy maestro de formación ignaciana. Una de las cosas es la pasión que he visto en los otros formadores de formación ignaciana. La pasión con la que viven primero la espiritualidad ignaciana y la pasión con la que la comparten con los alumnos. Están tan convencidos de lo que comparten en el salón de clase y en los retiros, etc., y eso para mí es increíble.


Segundo, pues el impacto que tiene la espiritualidad ignaciana en la vida de estos jóvenes. Son jóvenes con una circunstancia muy específica, es verdad, pero que tienen una necesidad de sentirse amados, profundamente amados por Dios. El yo ser parte de acompañar a estos estudiantes en el ir descubriendo cómo Dios se va revelando en sus vidas, cómo les va hablando, cómo les va diciendo que les ama, que quiere que ellos vivan en plenitud. Para mi eso es magnífico, es increíble.


Poder ser parte de eso, porque es lo que yo experimento en mi relación con Dios y poder ser un puente para que ellos también tengan ese encuentro con Él, descubran su vocación y la vivan a plenitud… pues bueno, para mí es increíble. Entonces muy agradecido con eso. Es un poco de mi trabajo allá en el Instituto de Ciencias.



¿Por qué son importantes los estudios para los jesuitas?


Hay veces que uno no entiende, cuando está metido ahí a las tres de la mañana leyendo la Fenomenología del Espíritu, uno no entiende nada. Uno dice: ¿qué estoy haciendo con mi vida? Para esto no entré yo, ¿verdad?


Es una pregunta que todavía me estoy haciendo yo, honestamente, pero que ciertamente soy historiador. Bueno, estudié historia y a mí sí me apasiona… Quizás no me encanta profundizar tanto en lo que cada uno de estos pensadores, a lo largo de la historia, ha dicho. Pero ciertamente el tener una idea de cómo el ser humano se ha ido enfrentando a estas verdades y a las preguntas más importantes, más trascendentales de la vida, yo creo que es importante para nosotros como religiosos el estar al tanto de ellas, ¿verdad?


Y ver cómo el ser humano ha intentado responder a esto que nosotros desde la fe intentamos también responder, ¿verdad? Pero sabemos que la fe y la razón pues son, decía San Juan Pablo Segundo, que son como dos alas del mismo pájaro que nos elevan al encuentro con Dios. Entonces pues eso me gustaría creer también. Casi que la razón acompaña la fe y que son puente para encontrarnos con Él. Entonces yo creo que como jesuita debemos tener eso muy claro, aunque a veces no lo entendamos muy bien y nos cueste, ¿verdad? Pero bueno, creo que al final sí se valora y sí se necesita en un mundo que necesita de una voz o una palabra con luz.



¿Qué le dirías a alguien que tiene miedos y está pensando en entrar a la vida religiosa con la Compañía de Jesús?


La vida religiosa es un don, es una gracia a la que Jesús te llama. Y así como como Él te llama, también te da la gracia para responder a ella y para vivirla. Un miedo mío, cuando yo sentí claramente la vocación a seguirle en la Compañía de Jesús, pues claro que era: ¿Podré vivir yo a la altura de lo que esa vocación significa? ¿Seguir a Jesús? Pero me tranquilizaba el pensar que sí, que el Señor es el que llama, también es el que da la gracia y la fuerza, el ánimo, el sustento para seguirle en este caminar, para acompañarle, para dejarse también acompañar por Él, sostener por Él y animar por Él.


Entonces sí, no tener miedo, animarse y confiar en que Dios está con nosotros. Por eso a mí me encanta el nombre. Este nombre que se utiliza mucho en el tiempo de Navidad: Emmanuel, Dios con nosotros. Tener esa convicción de que Dios está con nosotros, de que Dios camina con nosotros.


¿Para ti qué es la Eucaristía?


La Eucaristía es Jesús. La Eucaristía yo creo que es ese medio en concreto que tiene Jesús de quedarse con nosotros, de decirnos aquí estoy, estoy contigo y no solo estoy contigo, quiero quedarme contigo, quiero alimentarte, te quiero nutrir.


Por eso se hace pan, ¿verdad? Aquello que nos da sustento y vida. Es un recordatorio de incluso de nuestra propia vida y misión como jesuita: Primero anonadarnos, hacer esa kenosis, ese vaciamiento. Encarnarnos en la realidad del mundo. Servir de sustento para otros. Y también partirnos, ¿verdad? Entregarnos, entregarnos toda nuestra vida para dar vida a otros. Entonces yo creo que hay un recordatorio de la vida de Jesús, que es la vida que queremos vivir nosotros como jesuitas.



¿Quién es Jesús?


A mí me mueve mucho el lema episcopal del Papa Francisco. Cuando iba a escribir la carta de petición de votos en el noviciado fue algo que apareció mucho en mi oración. El lema dice: “Lo miró con misericordia y lo llamó, lo eligió”. Y para mí Jesús es ese. Es esa persona. Poniéndose uno, con el permiso de Mateo, en el lugar de Mateo, Jesús es aquel que me miró con misericordia y me eligió. Conociendo mis fragilidades, pero también mis dones y talentos. Así como soy, conociendo cómo soy me llamo, me miró con misericordia y me eligió. Para mí, Jesús es ese amor último.



¿Para ti, qué es ser jesuita?


Pues jesuita es ser compañero de Jesús. Una de las cosas que más me consuela también es haberme acompañado no solo por Jesús, sino por los otros que Jesús llama, mis compañeros, mis hermanos jesuitas. Yo creo que el jesuita es una persona que se siente acompañada por Jesús y por sus hermanos, y que está invitado, un poco como los apóstoles, a convivir con Jesús, a empaparse de él. La oración en el contacto con los otros y de entregar su vida también para la construcción de su reino. Ese es un jesuita.


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