Discierne
tu llamado
No existe una metodología o proceso lineal para discernir el llamado. No obstante, sí existen ayudas en el camino que te pueden ir proporcionando luces y claridades.
Conoce
Conoce la espiritualidad ignaciana, a la Compañía, la vida de los jesuitas, el por qué de la vida religiosa y los votos. Lee. Pregunta. Investiga. Descubre.
Experimenta
Pregunta y participa en los mochilazos o ejercicios espirituales que organizamos en la oficina de vocaciones. Vive la experiencia.
Ora / Reflexiona
Ten tiempos específicos en tu día para orar, meditar los evangelios; pidiéndole a Dios te ayude a descubrir anhelos, deseos, motivos.
Sirve
Únete a un apostolado en tu comunidad. En la acción, ve buscando los llamados de Dios. Participa en procesos de formación ignaciana para jóvenes.
Acompañamiento
Busca un acompañante que te ayude a discernir tus deseos, los llamados de Dios. Reflexiona junto a alguien más, descubre acompañado.
Discernimiento
Pregunta por el discernimiento vocacional que ofrecemos en la oficina de Vocaciones Jesuitas.
Te ayudaremos a clarificar lo que sientes en tu interior.
¿Cómo saber si Jesús me llama a ser jesuita?
Dado que Jesús llama libremente a unos a una cosa y a otros a otra, cada cual debe preguntarse en oración, tal como lo hizo san Ignacio, san Francisco Xavier, el beato Miguel Agustín Pro, y tantos otros jesuitas ante el mundo que les salió al paso, “qué haría Cristo en mi lugar”. En caso de que el Señor inclinara el corazón de alguien a hacerse jesuita, todavía será necesario verificar si ese alguien no se acobarda ante los desafíos, si ama a la iglesia y le entusiasma participar en su tarea de reconciliación del mundo. Para evitar equívocos y si aún se necesitasen señales más precisas, habrá que considerar lo siguiente.
Aquí se encontrarían a sus anchas personas que se hacen preguntas importantes. ¿No es hora de cortar con mis padres? ¿Soy capaz de arriesgar mi carrera con tal de no copiar en las pruebas? ¿Qué puedo hacer yo para terminar con esta guerra? ¿Podría vivir con menos comodiades, qué necesito para sobrevivir? ¿A quíen quisiera dedicarle mi vida? ¿Qué quisiera que se predicara de mí el día de mi funeral? ¿Es posible predicar el Evangelio a estómagos vacíos?
Pero nada de lo anterior es indicio de vocación, si no fuera un hombre agradecido con Dios; un perdedor alegre y generoso; un triunfador dispuesto a dejar todas sus riquezas, sus amistades, conexiones e influencias, carrera, eventuales títulos y nominaciones, y a renunciar de raíz a los criterios mundanos, para seguir e imitar a Jesucristo pobre y despreciado por loco.
Cualquiera que sea la situación y cotejado todo lo anterior, la señal de las señales viene de adentro: cuando es Jesús el que llama, él hace sentir su voluntad inspirando en sus elegidos una paz profunda y prolongada.
La paz profunda y prolongada acompaña a toda decisión bien encaminada. La turbación indica que no están dadas las condiciones de optar por nada definitivo, que los buenos propósitos pueden ser erráticos y las mejores utopías, alucinaciones.
Palabras de Jorge Costadoat, S.J. en el libro La Vocación Jesuita en el mundo de hoy.